viernes, 24 de febrero de 2012

ÉL.

Aquella tarde caracolas de mar volaban por el espacio, horas tempranas nos avisan.
Al día siguiente el aire sopla de levante, moviendo velas múltiples en el horizonte del agua.
Alto como una torre va Miguelillo por la playa, observa con ojos vidriaos la esperanza.
Altanero como una espada y fibroso, camina con pisadas firme sin voz ni palabra.
Alguien le dijo al otro lado del océano hay una muralla, llena de enormes piedras,
altas como una torre, fuerte y gruesa sin ventana.
Aleteaba con sus manos el loco de madrugada, sus manos giraban alrededor de su cuerpo como un paraguas.
Alas de un pensador lleno de vida sin vida sin esperanza, como el loco de Picasso,
desnudo y orinado mojado hasta los pies descalzo.
Al Dios de los vencidos, un desafío honrado.
Moviendo el Universo plateado.

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