martes, 31 de enero de 2012

GUETOS IV.

La raya que divide todo, aquella con el dolor de piedra y llama de hielo.

Vísceras  acartonadas de agua de sabores pimientas amargas, la cuchilla desdentada en el bolso del travestido, desgarrado su cuerpo en las playas del olvido.

Aquellos de mirada dulce y rostros marcados por el tiempo, suena el silencio en los hogares desolados, jungla de supervivencia, ciudades salvaje atropello del hambre y el miedo.

La niebla aplasta el suelo en este día de espanto y dolor, abrirá la luz  la palabra y la palabra  cerrará la paz, aquellos que dialogando tartamudean  la verdad.

Cenizas  del ave fénix  queriendo volar al abismo, entre dudas y engaños suelo de rosas junto al yugo alado, mentiras asesinas en los senados, moscas, abejas, avispas, vuelan dentro de los cerebros cansados.

Aquellos como luciérnagas nocturnas buscando caminos que no existen, merodeando  en las horas del crimen, asesinos de la creación, con espadas opacas de la hipocresía y la falsedad anónima.

Somos  tan débiles en la inmensidad  amada  la clara  verdad del amor, que solo respiramos sensaciones mentales de un placer diminuto plano. Nos recuperamos lentos muy lento y despacio, amando ilusiones sin fronteras, en todo aquello que lo humano nos regala, la vida.

Aquellos de sabiduría estrechas que quieren ser presidentes y directores generales, que no ven más allá de sus narices largas, que les impiden hablar y razonar, porque se salieron del camino. Su creatividad es nula, y sus pensamientos son opacos.

Actualizar sus proyectos, conectar sus ideas, obtener sus beneficios, y  automáticamente caracol.
Escondidos en su caparazón de oro.


La vaga y fetiche resoluciones económicas, no salvaran al mundo, pero si enriquecerán a la mitad, y el resto sufrirá su lujuria y poder. Aquellos mitad cerebros, aquellos cerebros enteros para soñar y amar.

Aires con olores de selva  virgen,  despejaran  la usura y la  avaricia,  el canto de voces al unísono de un hombre lleno de amor y vida.

Aquellos de dulces palabras sin sombras, los mansos de papel filtros en sus manos llenas de lluvia.

Recreando el aletargo y la vagancia, parásitos del triunfo falso
Lenguas de fuego desde es sol, nos premia auroras boreales desde el tierno universo.

Sin hablar  entendemos lo necesario, y sentimos para seguir amando desde este ocaso.

Dime de aquellos que sobran, en las colas del interminable pasado
Hablar de los que están siempre llorando y llorar  por lo que están siempre callados.


Vasija vacía lleno cántaro
La mente humana desaloja los océanos
Somos ricos con un cerebro aún
Por descubrir.
Aquellos, aquellos que yo amo.

De día lloran solos, sin antojo.
La vida cotidiana los perturba  en su anhelo
al no poder mirar el aire puro y limpio
del mar, el cielo y el riachuelo juntos.
Aquellos que yo amo.





Rafael Piedehierro Holguera.  2012-01-26

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