Aquellos de lenguas de plomo con palabras de agua devorando
la historia condenada de paseos interminables, locuras de sexo en los bosques.
Con ojos de búhos grandes sin ver nada en las noches del
espanto, robo, crimen, atraco, violación, en este circo romano.
Despierten tempranamente los sonidos en el aire de plata,
que ellos lloraran con lágrimas acido
del limón en la madrugada, un asiento solitario espera en el parque del
suicidio amante.
Aquellos de presa fácil, que como ratas esperan en la
esquina del ahogado, toro doblegado a la muerte en la playa sin arena, dejan los sueños de flores en el río dorado sin remedios buscas un tesoro en la cueva de la muerte.
Quiero regalarte un dolor imaginario, sin dulces palabras de aliento sorpresa
en este valle sin luz, aquellos que envejecen en silencio, callados.
La manta espera cuerpos congelados, beso regalados caminos imaginarios, miradas asesinas se
cruzan enredándose en una espiral de
alambre.
Alerta el gallo superando el libro de una poesía que empuje
a salvarnos.
Aquellos que consiguen hacerse oír con orejas centinelas de poetas con
cánticos apocalípticos denunciando la vida.
Silencioso río equilibrado, hueco pegajoso trazado, poema
que desprende vísceras caliente, pública tristeza de engaño.
Secarse los océanos soplo de uñas ombligos cerrados,
aquellos que se queden sin Otoño surco guardado
semilla del arado.
Ventanas cielo cerrado se escapan las sonrisas se ocultan
las hojas de tus manos,
Aquellos de vientre que se hunden en sombras, caída de la
piedra en el charco del dolor.
Chirriante pluma que corta el aliento, busca la voz y el
abrazo, calientes oraciones en los templos plateados.
Apocalípticas palabras en los pulpitos falsos, rodeando el círculo vicioso del hambre humano.
El abrigo de lino en los cuerpos quemados de las guerras,
fabrica de horrores de torturas y maltratos, muertes asesinatos.
Enemigo del amor humano, del beso y el abrazo.
Aquellos de sobrada mentes blancas, de resplandor y lucha
por la ternura, caricia, sensibilidad y voz baja.
Colibríes revolotean, en el cielo opaco, de noches permanentes sin luna.
Esperando un sol con mánales
de esperanzas.
El hombre gritando alaridos de socorros.
¡Basta Ya!
Rafael
Piedehierro Holguera. 2012-01-13
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